28/10/17

Poema de Jimena Arnolfi



BOTÁNICA

El jardinero dice que es mentira
que hay que hablar con las plantas,
mejor hay que escucharlas, es decir,
observar el estado de las hojas,
si están desanimadas de tanto frío
si hay alguna plaga que lastima,
o si acaso se queman de tanto sol.
Creo que el maestro tiene razón.
Cuando algo cerca gime, nadie pregunta.
Nadie se detiene a mirar qué pasó.


© Jimena Arnolfi

Poema de Ana Guillot



cae el sol
a pique sobre la desembocadura
del río

la acrobacia del insecto
adormece a las piedras

no se puede
dejar de entrecerrar los ojos
y acotar el paisaje
(ceñirlo entre los párpados)
pájaro que canta en la maleza
y el río que se va

como huevos prehistóricos las piedras
laten también

las víboras se encriptan en el pasto
y el cascabel anuncia
la verde turbulencia
la siesta y su calor
el tiempo que se ondula
en el suelto animal
(en su trayecto)

ella piensa que no ha de poder
escapar del sonido
(es verano)


© Ana Guillot

Poema de Alejandro Méndez Casariego

  

ACTO FALLIDO 

Oíme, sacáte los aurículares
atendé – ya se que no tenés, pero a esta altura
permitámonos el uso figurado-
prestá atención
escuchá
qué como pífanos y laúdes
liras o el ulular
del viento encavernado
esta hidra de diez mil cabezas
canta.
A vos te corresponde
darle el tono, pulsar el diapasón
Pero ¿Notás la diferencia?
Canta bajito
es casi inaudible
¿No extrañás al barítono
que se instalaba al lado de la puerta
un poquito al costado?
¿Al tenor que entregaba su asiento
a la señora embarazada, al soprano
que se abría paso con el volúmen
inevitable de su cuerpo?
Es hora de que saques conclusiones:
no solo de armonías vive el hombre.
hoy es feriado, tigre, es lunes y es feriado.
bajáte en Pueyrredon
nunca es tarde para volver
del ridículo
mientras nadie lo sepa..


© Alejandro Méndez Casariego

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Poema de Norma Starke




Cuestiones A Puertas Cerradas 
               
una estrella te lleva frente a otro muro saturado de gestos
oyes el tren que arrastra su propia condena
músculo capaz de conmover o rechazar
la tierra insiste en levantarse
insiste
no siempre es caos la espera
cerrada la imagen la puerta la boca
trepando a media voz
respiro líneas ajenas bajo este aire de marzo
la tierra insiste
insiste
acepto con reservas el reto
merodeo la luz
husmeo casi sola casi en el borde
casi alguna vez
insisto
desgarra  resplandor y fuga la odiosa perfección de lo efímero
asombro ¿quién sacude el aire?
todas las puertas ceden
menos esta que está dormida y abre sus alas como cuervo
vuela a ras de mis ojos esta realidad
insisto ¿quién agita el aire?
ladrido de perros y el mundo sin promesas
la tierra respira
insiste
árboles  fuego  cenizas  agua
el orden desacostumbrado y mi sombra atravesando  desiertos
esquivo tiempo y lejanía en grietas mal curtidas
invierno distante en la ventana
invierno
calles de humo
la tierra insiste
insiste


© Norma Starke

Poema de Norberto Barleand

  

PALABRAS DEL OLVIDO

Es tarde de domingo
Invierno,
la áspera caricia de un poema. 

Atrás quedaron la ternura matinal,
aquellos niños,
el platinado telón de las abuelas,
máscara de juegos y perfumes,
                          acaso   la infancia.

Acuarelas,
 abismos
se confunden en la pálida quietud,
entre la brújula del ayer y   la nostalgia

Un edén de sombra  tiñe el cielo de pureza,
inunda el recuerdo la espumosa luna
                      del cuarto pequeño.

Detrás del viento
suburbanas palomas
               de encendido vuelo,
un vendaval
que azota,
y oscurece
y brota,
            en la palabra

     

© Norberto Barleand

Poema de Sandra Escobar Ginés

  
Hereje

Herejía nocturna
Voy a recordar
lo que no tuve
y a crucificarme entre tus piernas
Desarmada
acaricio tu cuello
Sentencia la de tu senegal
celeste que me eclipsa
/no al pasadizo/
/no al laberinto/

Mis alas
se incendian
ante tus ojos
Caigo
en perpendicular
hasta tus tetas negadas por dos veces
Quiero lavarme la lengua
en medio de tu sexo
Y otra vez el gallo

Es tarde
para disimular que
si me arranco los ojos
será por tu negación tercera

No hay olivos
detrás de la vergüenza
Los dioses
y las diosas
dicen que no
sentados a la mesa infinita
generalmente
por la madrugada
Y no hay
ni pan ni vino
para tanto desperdicio
de sangre
y de silicio


© Sandra Escobar Ginés

Poema de Gabriela Rivero


En ésta extraña dimensión
he asesinado entre los dientes
cada carencia de lunas
cada asfixia de agua
extranjera en la completud
tejo el silencio de quien se va
con todos los nombres que soy
invoco esa ciudad
que me salvaba
de los diluvios.


© Gabriela Rivero

Poema de Vilma Sastre



            
                                QUÉ?

Estoy solo ahora. Nada más que mi propia cara me mira
 –Frank O’Hara 

estoy sola  y tan despreocupada de mí
como mi muerte
que cae como un ánfora
                     y se parte

             ¿qué pasa?
estoy muy sola y no me preocupa la muerte
de mí
ni sus fragmentos

           ¿qué  me pasa?
estoy completamente sola y aún mi muerte
despreocupada como de mí
recoje absorta
mi contorno seco

           ¿qué te pasa?
quiero pensarte
tu silencio va perdiendo oscuridad
como un tamiz sobre mis flancos
sobre tu mi muerte de horma oscura
¿no piensas volver? vamos rápido
la música (oíamos)
germina y nos cubre infinita
                           ya

              qué?


© Vilma Sastre

Poema de Andrés Lazcano García


FINAL DEL ARCOÍRIS

No es más que un aguacero,
aunque la lluvia es más que eso
cuando se apodera de todo,
es alguien
que encierra su alma
y al primer quejido es capaz de inventarse
un mar de poderosos dientes,
pero llueve como llueve siempre,
más temprano que el mar
que se traga el final del arcoíris.


© Andrés Lazcano García                                  

Poema de Patricia Berho



Poema X

       Escribir para enfrentar el caos
Será poesía
Lo que guardes en tus últimas maletas
Lo que elijas  para  cubrirte
                        al  percibirte desnudo
 Cuando enciendas tu fuego
Cuando descubras lo prohibido
Cuando el dolor no sea solo del otro
Cuando veneres lo vivido y te avergüence lo simulado
Será poesía, lo que hallen tus herederos, al cerrar el cofre de tus egoísmos
 cuando sonrías, cuando bailes y ames desde allá , desde donde aún no has estado  -ni estarás-
cuando mendigues  ternura .
cuando caigas
cuando ya no puedas, y solo seas carne putrefacta.
Será poesía
Cuando el  hombre vertical de efectiva entrada al  hombre horizontal.


© Patricia Berho

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Poema de Leny Pereiro




PARA CUANDO ESCAMPE

Para cuando escampe
te guardo un tapiz de hierba fresca.
Un cantero de malvones.
Un sol de primavera.
Un camino recto,
y un par de alas inquietas
batiendo entusiasmo.
Te guardo una historia lista para ser contada.
Una canción nueva,
y una tonada antigua.
Y también, por las dudas,
un cielo de lunas de otoño.

Pero no te apures.
No te adelantes.

Eso será sólo para cuando escampe.
Y la tierra ya no sacuda escombros,
ni escupa hombres que devoren a otros hombres.
Para el momento en que la risa,
genuina y limpia,
empuje a la oscuridad
a la cueva que merece.
Para cuando no debamos contar hasta diez,
hasta cien,
hasta mil,
aguantando el desaliento.

Te pido que esperes.
Que no te adelantes.
Que tengas paciencia.

Porque en el mientras tanto,
será duro.
No habrá primaveras fragantes,
ni otoños melancólicos.
Y sólo puedo prometerte invierno en el talante
y un corazón ardiendo en la batalla...


© Leny Pereiro
Imagen enviada por la autora del poema

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Poema de Aníbal Silvero




SI EL POETA NO SE CONSUMIERA

Si el poeta no se consumiera
como una antorcha pagana en la espesura
errante de la niebla
como una lámpara vaga
como un cirio
en la obscuridad latente
en el enigma
en la duda indudable en la aspereza
de la insoportabilidad infinita del no ser
si su alma no se arrojase de lleno a la manada
como una bolsa de nada una inmundicia
una vulgar y famélica mordaza
acaso si aún su corazón no fuese ajado
de la superficie al centro en maremoto
sus venas no se hicieran de esqueleto
su pecho llamas
sus pies raíz de bosques
sus manos nubes
sus ojos infinito
si no se columpiase el universo
prendido de sus sesos
si sus brazos no fueran rama amarga
que se incendia en la gruta por las noches
si no lo expusiesen de espaldas a la plaza
monigote de sombra, cruz de hielo
en la mirada un águila en altura
la fiebre en la mejilla
y aún cuando el mundo le estruje la paciencia
borre sus huellas
corte a ráfagas su llanto
muela su pena
vulgarice el deseo
en teodolito se mida el paroxismo
el poeta en sueño es casi solo
una palabra herida una favela
donde convive el sol y el infortunio
donde resucita el tiempo
una soledad sin sol un pensamiento
hacia la esencia misma del deseo
hacia el miasma del miedo
en falso remolino
golpea su poesía en el cemento.



© Aníbal Silvero

Poema de Olga Liliana Reinoso


REENCARNACIÓN

Volveré en el follaje en la llovizna en el epitelio del canto
volveré en la deshora
me voy a acurrucar en tu sorpresa
seré eclipse destello umbra
no dejaré más huellas que el perfume
levitaré a tu lado sin que lo sepas
volveré en el deseo
en la buhardilla de tus sollozos.
Pero ahora, no me busques.


© Olga Liliana Reinoso

Poema de Laura Elena Bermúdez Tesolín




Sumergida en nubes que corren
sueño
ser la pluma del águila danzando
en el viento
con el corazón libre sin que nadie
me detenga.


© Laura Elena Bermúdez Tesolín

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Poema de Gladys Cepeda




Apéndices
un cuaderno de poemas
estallo
creíamos cambiar el mundo
como universos
abrasan
calles
nada es nadie
lleva un sueño
la palma observa
la silueta
en la textura del infinito
la sangre
y su cono de sombra
por tantas manos lejanas
el futuro pregunta
¿cual sera la rebelión
en la quimera de su hipertrofia?
 origen
tiempo
dolor
sucesión de puntos cardinales
dibujan rostros
a la no respuesta


© Gladys Cepeda

Poema de María Belén Silva




ENTRE QUIROGA Y POE

Aquí me tienes
perfectamente incurable
un fuego me consume dulcemente
hasta calcinarme
y en cada parpadeo
me sumerjo en el desafío del fénix
de mis cenizas se hacen letras
y resurjo en las tapas del libro que aún no escribí.
No preciso de drogas o alcohol
sino de algún cuento de Poe
algún cuervo en el dintel de mi puerta
que grite
nunca más nunca más nunca más
o un almohadón de plumas
que me quite la vida en sueños.
Escapo de la Gran Costumbre
y su máquina infernal
artilugios de la raza
fabuloso honor de los mortales
nadie va a curarme
de lo incandescente de mis pasiones.
Aquí me tienes
incapaz de liquidar la circunstancia
afanosa de papeles en blanco
donde expeler mi enajenación
de saberme plastificada
por las ideas gregarias
y lo egoísta de mi corazón
que dialoga con los astros
cuando hay ocasión.


© María Belén Silva

27/10/17

Poema de Alicia Márquez


LAMPARITAS DE COLORES

En la terraza de la esquina hay lamparitas de colores
que me hacen feliz.
Son las comunes, grandes, las que se ponen en
los balnearios para que la gente se enamore de noche,
bailando, mientras sopla un viento suave que viene del mar.
Las lamparitas, que, aunque la película era en blanco y negro,
iluminaban a la princesa que quería vivir mientras
se abrazaba a Gregory Peck en aquel balneario romano.
Son como pompas de jabón estáticas.
Las lamparitas de colores sonríen con nostalgia
y hasta puede ser que se escuche un brindis y
buenos deseos, mientras las miro brillar en la esquina.
Me pondría lamparitas de colores de pies a cabeza para espantar
esta nostalgia feroz, gris, que me come el costado.
Pero sé que no hay ningún color que me consuele.
Habrá que esperar que pase, la muy traidora.
Habrá que seguir mirando las lamparitas de colores.


© Alicia Márquez

Poema de Reynaldo Farías

  
                       
ABRIL                                                                                                                                                      
 Desperté a tu incendio 
             sin pensar que el otoño me sitiaba 
   con su tibieza de abril 
                           y mimbres amarillos. 
En la noche mineral de tus ojos 
               encontré la esperanza en una rama. 
Piel morena. 
Que destino de pájaro escondía el silencio. 
Qué fuego ardió 
                         sin saber que estabas. 
Qué conjuro atávico 
               deslumbró mi soledad 
                                       de río manso. 
El amor es un crepúsculo 
que nos hiere de rojo 
       es el viento que nos salva del naufragio. 
Es encontrar el niño 
                    que alguna vez fuimos.


© Reynaldo Farías

Poema de María Laura Coppié


Puntos de vista 

No todas las guerras son de primera plana.
Casi nadie sabe de ésta, la que se teje
en el último estante de la biblioteca,
semi escondida atrás del esponjoso corazón.

Una enormidad de hombre
teme al que alguna vez dejó de hablar,
al que se sienta en la sombra y espera.
Le inquieta saber que con voz pequeña
el otro amarra en el mismo puerto,
tan insolente, su suave eternidad.
El hombre alto de lengua de roble
tiembla frente al sutil paso certero
del poeta que ordena.
Desde su allá arriba desatiende detalles,
devela secretos con torpeza de alto
y un perdón que nunca fue de jazmines.

La espalda del gran hombre,
que supo hacer de aludes el vuelo de un colibrí,
tirita ante esas manitos que alfarean
lo que él no pudo retener.
Los gestos grandilocuentes se distraen
cuando el caminar manso del de sonrisa bajita
se apropia del que creía su escenario,
pisa sin bullicio las hojas que el de casi dos metros olvidó
y derrite el hielo en la piel del testigo con su quieta tibieza.

Seguramente esta vez, como casi siempre pasa,
no exista un triunfador ni broten tales laureles.
No habrá rastros de sangre en las páginas.
Probablemente porque entre la oscuridad y la histeria,
frente a lo que nadie llama celos,
se haya esfumado para siempre
la paciencia del pobre espectador.



© María Laura Coppié

Poema de Patricio Foglia


Algunas noches de insomnio, en plena madrugada
caminaba hacia la heladera.
Era chico y también
uno de los más gordos de la escuela.
No tenía muy claro por qué
pero en medio de la noche, abrir la heladera
y dejarme hipnotizar por su luz
me calmaba. Por eso
me siento amigo de los que roban,
de los que se drogan, de todos esos pibes
en la esquina, esperando.


© Patricio Foglia

Poema narrativo de Mónica Cazón


después de Hora 

se escondía detrás de las maderas como un animal extraño, decidida a desaparecer de los lugares de siempre. Yo, sumergida en campos secos, dejaba huellas para que me encuentre. Acertijos que sólo conocíamos las dos, palabras que pronunciaba en un lenguaje desconocido para sanarle las heridas. Pero las heridas no sanaban, hacía falta un milagro.


© Mónica Cazón

Poema de Osvaldo Víctor Fernández




la ansiedad no podía dormir
entonces despertó al poema

le pidió que se acercara a la ventana
como cuando eran niños
y la luna les plateaba la cara

entonces
recordaron a la niña
jugando a las madrugadas con el grillo


© Osvaldo Víctor Fernández

Poema de Elisa Dejistani



                   A Emil Cioran

Impío
sabía como hundirse
en el vértice más vulnerable
Dónde se escondía
la encendida palabra
que pudiera rescatarlo
Dónde transitaban
 aquellos nombres
del abandono
No hay piedad
para los que esperan  No
Duelen
los que ya se han ido
y nunca sabremos
si descansan en la ceniza
o en alguna comarca de nuestro cuerpo
Nunca podremos acceder
al universo  que se fue con ellos
a la nota más aguda de ese pentagrama
o a la más grave de sus partituras
Sólo nos queda
una música lejana
“aciago demiurgo”
que anida en el azar de una mirada
o  quizás  
en la inocencia de un poema  nunca escrito 



© Elisa Dejistani

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Poema de Gustavo Borga


cuando
la niña duerme

los ojos
de su muñeca

se encienden


© Gustavo Borga

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Poema de Cecilia Moncalvo




Cristal de rosario

                         a Rosario Castellanos 

a duermevela tu lámpara
ojos de cristal, filosa noche
en esa casa gritan ciervos
estallidos agudos
de hombre, madrugadas
mujer llena de escalofrío
(a duermevela)
rezas Rosario 
tú, lámpara breve


© Cecilia Moncalvo

Poema de Silvia Loustau




los ventanales de Sevilla son rotos por el sol que está muriendo. 

                                                                   

© Silvia Loustau

Poema de Rolando Revagliatti

  
Cien de ellas 

No hubieran cabido
todas
ni remotamente
en la platea
del Teatro de La Fábula

Si sólo hubiera dado
con cien de ellas
hubieran cabido

Y yo hubiese retornado
a ese escenario de tantos
éxitos y fracasos

para exitosamente fracasar
ante un auditorio

sensible
y auditor.



© Rolando Revagliatti