30/8/17

Poema de Lucía Carmona



A LAS ESTRELLAS

Nadie es capaz de tomar a la infancia
en la mitad de un día
nadie
contemplaría sus rodillas huesudas
sin siquiera un inicio
de estupor
pero yo
desde la misma muerte
he vuelto a caminar entre zarzales
con las palmas pegadas a la tierra
y la cabeza alzada a las estrellas.


© Lucía Carmona

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27/8/17

Poema de Gustavo Gottfried



pez

sube a la superficie para ver 
el punto en el tejido de las cosas 
se mantiene un rato a flote y al final 
siempre cede a las branquias y al agua




© Gustavo Gottfried

Poema de María Teresa Andruetto

    

Señora Smith/Pop latino 

Fuck you, fuck you,
todas quisimos ser como tú.

Se humedece, tiene orgasmos,
es moralista. En vez de inyectarse
se masturba de una manera
nunca vista.

Fuck you, fuck yo

En blanco y negro, lejos de mujer
y de varón, ella es hermosa,
es más hermosa
que Jeanne Moreau.

Fuck you, fuck you,
todas quisimos ser como tú.



© María Teresa Andruetto

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Poema de Andrés Utello

  

EL OTRO 

            a Graciela Maturo 

El otro sigue perdido
en las infinitas 
estaciones que tiene 
la ciudad.
Conmigo va la muerte.
Yo he de cansarme y 
morir, ver tu pelo lejos
y acariciar 
tembloroso los 
cuerpos de mi cuerpo.
El otro va
por algún lugar sin 
espejos, con un sobretodo 
gris
y toda la dicha
de haberme 
olvidado. Yo me 
voy al campo antes 
de la lluvia 
atardecido y bueno
con toda la soledad adentro.


© Andrés  Utello






Poema de Silvia Gómez


Balances

No tengo más
que los labios partidos,
las manos ancladas,
las palabras vertidas,
la luna transpirando en mi terraza
mientras se devela el misterio
de unos ojos que revientan por los aires
como esperando una sombra
que me indique el camino
para luego morir.

No tengo mas que un cuerpo etéreo
Una fuga trazada
Una boca sin nombre
Y ese instante que sobrevivimos silencio
Detrás de la explanada marea de misterio
Cuando nos fuimos
Esa noche a bañarnos en las estrellas
Y nos perdimos profundas
Entre los mares de piel.



© Silvia Gómez

26/8/17

Poema de Silvina Vuckovic




MAR

Nunca es el mismo mar y en ese siendo
permanente, parmenídico,
engullen, el ahora, los ademanes del agua
atropellando el aire
urgiéndolo contra su pecho
como a un débil brote
de sol, en invierno,
atesorándolo
como si de él dependieran
también
la grandilocuencia y el reposo.

Qué sería del mar
en el vacío, en el no ser más que materia inerte
a la deriva,
como el cuerpo, ése,
        del que duerme en la calle…


© Silvina Vuckovic

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Poema de Susana Cabuchi



MEDIODÍA

Hoy comemos bajo los parrales.
He lavado
las frutas de la palta
que golpeara el verano
y brillan
sobre las tablas de la mesa.
El sol ilumina los rostros
y suspende
las uvas negras
sobre cada cabeza.
Los niños han entrado corriendo
a preguntar
quién quiere jugar al marinero.
Y yo he aceptado.
Yo quiero navegar en este barco.


© Susana Cabuchi

Poema de Patricio Foglia


En el barrio
cada personaje tenía un apodo,
acompañándolo en secreto.
Mis abuelos se asomaban por la ventana,
se disfrazaban de francotiradores
jubilados
practicando su viejo oficio.
A veces, agarrábamos la gomera,
le tirábamos a los gorriones, a los zorzales
a todos esos pájaros que cantaban
como estúpidos, porque sí.



© Patricio Foglia

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Poema de Susana Rozas




En la ausencia

te huelo;
a veces he  comido tu olor,
cuando comencé a desentrañar
 el hambre
ahogado
sobre una manta
que inventa consolación.


© Susana Rozas

Texto de Osvaldo Burgos


EL INQUILINO DE ZEUS.

Término era el dios de los lindes, de las medidas, de los finales.
Cuando el emperador dispuso que el Capitolio honrara únicamente a Júpiter; todos los otros dioses que hasta entonces habían morado allí juntaron disciplinadamente sus emblemas, clausuraron sus capillas, se resignaron a la errancia. Término, no.
La obstinación es el lujo de quienes solo sobreviven por su empeño.
Un dios empecinado es siempre un mal augurio para los poderosos.  La cuestión no podía resolverse por la fuerza y era poco probable que un simple emperador lograra convencer a semejante deidad. Pero después de algunos sueños incómodos, los arquitectos encontraron la respuesta.
Pragmáticos, construyeron una cúpula sobre el templo de Júpiter y un mecanismo que se abre hacia el cielo, en el que Término oficia, incesante, su ritual.
El dios de los lindes, de las medidas de los finales es también, desde entonces, el dios de lo ilimitado, de lo incontable, de lo infinito. Tiene su lógica.
Nada termina nunca verdaderamente y todo porta el resabio de lo que tal vez sea. Solo lo incalculable justifica el cálculo y lo que pudo haber sido insiste en lo que es. No hay rupturas, no hay cortes, no hay abismos.
Siempre es todavía 23 de febrero.
Siempre te estás yendo, como los dioses inmutables que se quedan.
Y siempre espero que me digas, de una vez y para nunca, lo que necesito escuchar.


© Osvaldo Burgos

Poema de Anamaría Mayol


ASEO

Ventilo la casa
echo perfume  en los pisos
 prendo un sahumerio

todo huele a podrido
a  sal y muerte

a podrido
igual que esa tristeza
cuando te fuiste

esa tristeza aseada
limpia
refregada

que ninguna lluvia lava



© Anamaría Mayol

Poema de Sandra Escobar Ginés


(h) ora.dar

Me arrodillo/ y ruego/ ante ese dios/al que me enseñaste a rezarle/
le ruego a la sangre de su sagrado corazón/te lleve con él
y que las vírgenes de todas las iglesias/de todos los milagros
de todas las ciudades/ se apiaden de vos
Ruego/ Pero a mí
hace tiempo que ya nadie me escucha
Y tus ojos/ en el vacío/ más inmundo/ ex-mundo
en el vacío/ de- mente/ de- madre



© Sandra Escobar Ginés

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Poema de Mariano Parente


Mujeres casadas

Mujeres casadas
esposas amantes
señoras que aman
madres amas de casa

que lavan y planchan camisas para los hombres
que atienden los números y los teléfonos
la cocina y los maridos
a todos los niños

que te invitan a pasar amablemente
te seducen sin horóscopos ni cuentas corrientes
permanecen intactas
como vírgenes emancipadas


© Mariano Parente

Poema de Lucía Serrano


UNA MUJER INOLVIDABLE

Era el primer beso, la primera boca,
la blasfemia del sabio desbordada,
el esfuerzo posible hacia lo cierto.
Eran las piedras dejadas en el campo,
sol alto, foco de luz alumbrando,
La memoria de las mejores fiestas,
navegaba su sangre femenina,
y encalló el corazón en aquel puerto.
¡todos fueron instantes eternos!
Contigo ha dado el mundo testimonio
del futuro, en esta ciudad caliente,
llena de amor, que es nuestra vida.
Atardece y siempre vuelve a mí
esa mujer inolvidable.
Sus cabellos volados por el viento,
su piel de arcángeles,
su delicadeza austera,
sin ornamentos artificiales.
Ella era mi sol,
mi noche completa,
mi cielo de cometas,
y el umbral feroz
de una muchedumbre en llamas,
que siempre corrió detrás
de nuestros pasos, para seguir
las sombras que nos ocultaban.
Ella era una mujer,
inolvidable dama de mis sueños.
zafiro enternecido entre mis manos.
Escritura plural. Yo misma.


©Lucía Serrano

Poema de Marita Rodríguez-Cazaux




CUERPO VACÍO

Qué haré con este cuerpo mío.
Con esta descompaginada escenografía
empalmada a mí, sin entraña fecunda.
Con esta carga en desnivel que arrastro
paso tras paso, por un camino yermo.

Qué haré con este errante sentimiento
que se resiste y se retuerce y se remonta
en anárquico bramido por mi pecho.
Con esta pobre luz que me gobierna,
este desprevenido hachazo
que amputa la raíz, la savia joven.

Cuándo podré cambiar este sudario sucio
por un desnudo cuerpo que se pudra,
libre ya del dolor de verse estéril.



© Marita Rodríguez- Cazaux

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Poema de Oscar Perdigón


la poesía nos traspasa internamente
y nuestro tiempo ya no es el mismo
se intenta retenerlo en palabras
pero las palabras son tan sólo sombras
Hay veces que uno quisiera estallar
ante su influjo


© Oscar Perdigón

25/8/17

Poema de Estela Smania

                                                   
   
Dear Sylvia
    
Dices
Daddy
hasta aquí hemos llegado
se acabó
y hundes la cabeza en el horno
y te dejas ir
por la segunda vez
definitiva
mujercita de los suburbios
incapaz de esconder
tras la sonrisa
un corazón oscuro.
Leche y galletas para
Frieda y Nicholas.
Para Ted
la condena
 de pertenecer a una estirpe de bestias.
Así tu muerte como la querías
 una obra de arte
acabada
perfecta.


(Sylvia Plath: 1932-1963. Poeta confesional, nació en Boston y murió en Londres presa de una profunda depresión. Casada con el poeta Ted Hughes y madre de dos niños, Frieda y Nicholas, se quitó la vida luego de que su marido la abandonara y sin haber superado nunca la muerte del padre.)



© Estela Smania

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Poema de Olga Ferrari


interrogante 

cómo preguntar
cuando todo está resuelto
cuando apagan el canto
y el lugar
se transforma
en reglas de obediencia

…y sí
llena eres de gracia
palabra

pero callas
aceptas

ahogan tu voz



© Olga Ferrari

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Poema de Leny Pereiro


POLIFONÍA

Hay muertos y muertos,
parece decir cada día en su agonía.
Están los que se acumulan bajo el felpudo indecente de la desidia, y están estos otros.
Estos.
Los que relumbran exangües bajo el foco impiadoso de la conveniencia.
¿Será que, por cerrar los ojos,
habremos de creer que el mundo desaparece?
¿O, tal vez, simplemente, se trate de un cerrojo atroz y desquiciado en las puertas de la ternura?
No lo sé.
Ni me importa.
Porque lo único que me importa es el dolor,
aunque ya no sepa exactamente qué decir ni cómo decirlo.

¿Saben?...
La memoria es una cosa rara.
Parece que no funciona como yo creía.
Porque el mono se ha vuelto una máquina de bites y bits entreverados.
No come. No duerme. No respira.
Sólo grita.
Grita.
Con el vacío primitivo de una lógica binaria. Con un diseño esmerado, en que principios y finales sean lo de menos.
E infectado por la idea como el mejor de los parásitos.
El más contagioso.
El más simple.
Ése que convierte el tiempo de mirar hacia arriba buscando nuestro propio espacio entre las estrellas, en el miedo por descubrir el sitio exacto en que nos sepultará el polvo.
Solos.
Individuales.
Con el felpudo escondido.
Y el foco en el lugar preciso.

Quizás, sea por eso que hay muertos y muertos.
Estos y aquellos.
En perfecta oposición.
Sin matices.
Con el diseño esmerado y binario.
Y con la memoria como corresponde.
Definitivamente convertida, en una cosa rara...



© Leny Pereiro 
Imagen enviada por la autora del poema

Poema de Gloria Oscares


ASÍ COMO LA LLUVIA

Así como la lluvia golpetea en las chapas
y los truenos anuncian el relámpago
el día se oscurece
se inundan las alcantarillas
y yo no puedo encontrarte en el abrazo
ni vaciarme en el refugio de tu cuerpo
en el sonido de los besos           
que ahora navegan en una correntada de silencio

la lluvia golpetea en las chapas
el viento sopla con furia
y la casa se inunda de tu ausencia
allí me sumerjo
y subo para respirar
de a ratos


© Gloria Oscares

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24/8/17

Poema de Claudio Portiglia




En el amor como en las matemáticas
existen los puntos prisioneros que convergen hacia el origen
y los puntos escapistas que tienden hacia el infinito
pero son los guardianes los que circunvalan los que orbitan los que trazan la frontera de la cuenca de atracción
sin entrar
sin salirse
preservando la unidad o anticipando el caos
según ese cosmos a descifrar que tanto inquieta o que tanto excita



© Claudio Portiglia

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Poema de Ana Guillot


-quedéme y olvidéme- (1)
en los lirios del campo
reina de la noche
pequeña y redundante
rosa que atesora sus pezuñas
la joya adamascada
en el tálamo profundo de su boca
(un carnal alambique
en medio de su llama)
solve et coagula
la leve fragancia de su piel 


(1)    San Juan de la Cruz. La noche oscura del alma.



© Ana Guillot

Poema de Silvia Loustau


a escasos largos días del estreno de mi nueva vida
mujer sola
gracias amigos por el éxito
gracias por vuestra desinteresa ayuda
aquí no hay grietas
ni llanto con sabor a guitarra
no corre ninguna sangre triste
no hay cine en grises
ni primer plano de figura sola
con álamos y niebla.
ni tampoco la soledad tiene treinta días


© Silvia Loustau

Poema de Diego Bennett


¿En que estamos sumidos?

“¿En qué estamos sumidos? Estamos hundidos en la boca del mendigo,
desesperados porque ninguna mano se posa sobre nuestra triste, pálida y sórdida
cabeza de la época” Fragmento del Manifiesto del Grupo Opium

Luz en la frente sol en la voz.
Mercado del estruendo la gota que transpira canillas mentirosas ferrocarril cerrado.
Copio la belleza de la copa en superficies rugosas piel de cigarrillo papel secante de
mañanas de otoño.
Pintar demás es exceso no es remanso de color, cuando te fuiste a recorrer mi vida
dejé la cama estirada para tu regreso triunfal como queriendo abrazarte para
siempre, transfigurar los rincones de mi mundo, encontrar en tu bandera una
palabra que sepa a flor Silvestre arrancada de esa playa de los Ñuñu.
El encuentro de corrientes gélidas de mi montaña y las que bajan por tus piernas de
verano.
No soy más que esto
Menos que lo que seré en tu recuerdo
Más aún si decidís que te nuble ese año pasado ese ir y venir entre poetas y ayunos
Entre vinos a medias copas rechazos abrazados con caricias
Porque lo que le pasa a mi derrota y a la tuya nos pasa a todos
Estamos unidos en la derrota
Estafados por la ilusoria mueca del amor
Sumidos
¿En que estamos sumidos?
En estados baratos / reclamos chatos / Navajas rengas / miradas sin ver
maquinaria falaz con la mejilla colmada de trapos bañados de sangre
estados hundidos

La pasión está muy cerca de los lejanos mantos de lágrimas
El sueño se rompió para siempre
hundidos
sumidos en la derrota.


© Diego Bennett

Poema de Mónica Angelino


un solo gladiador 
no hace coliseo.

  

© Mónica Angelino

Poema de Romina R. Silva


Rastros

Del hombre que miraba hacia lo profundo del pozo, queda la sombra.



© Romina R Silva

Poema de Jorge Moreno de los Santos


Puede que el miedo
nos compadezca:
como niños sin pan y de ojos llorosos.
Creo, que en el fondo
le puede el remordimiento.
Como la guerra: que estalla, ocurre,
se desata,
y luego llora a sus muertos.

                Pero el miedo
reincide, otra vez como la guerra…
Cuando el sueño se vuelve innegociable
y nos devuelve sus cráneos, su légamo,
sus andrajos de abismo.

- Ah, el miedo y sus orígenes:
su erizada inclemencia,
su estentóreo sarcasmo,
sus ciudades de mercurio, de huéspedes huyentes,
de dulces fantasmas y de gatos pragmáticos.
( Música anegada. Bellísimos escombros.
Mar de brazos sedientos
que nos abraza con ambición de orillas.)

                Y en volandas
nos lleva hacia sus mórbidos territorios,
a las llanuras de la incógnita,
a la duda inútil
de todo lo que no se comprende.




© Jorge Moreno de los Santos

Poema de María Del Carmen Barrionuevo


Sábado

La tarde se dobla
en ese instante-placer
el sábado se hace añicos
y las sombras resplandecen
como látigos candentes.

Cielo-infierno-ciudad
cobijantes, nauseabundos
desaparecen  para siempre
y las blondas esperanzas
resurgen muy junto a vos.

Vos y yo, qué sinrazón.
Vos y yo, rumbo al amor.



© María Del Carmen Barrionuevo

Poema de Graciela Corrao



soy tu fan

sos mi einstein mi gandhi
tu carisma tiene la eficacia
de un comprimido sublingual
te llevás todos los aplausos
no hay más localidades
fatal haber superado
el  millón de seguidores
saltás de felicidad
hasta romper los elásticos
del amor 

no me asusta la soledad
 sino esta tremenda alegría
de los que creen



© Graciela Corrao

Poema de Víctor Marcelo Clementi


Compatible con las náuseas de un agujero negro

asumo el criterio del placer
saborear cada tramo hasta extinguirlo,
burlar las promesas de la sombra
hasta quebrar esa alianza con el misterio

presumo restarme hasta llegar al Cero
mágico que a todo trasmuta

poéticamente incorrecto
trataré de compilar la escasa sabiduría
que abrevé durante el transcurrir,
sólo el destino (y no mi pretención)
decidirá la validez de tal intento

bendita sea cada cosa que me sucede
esa fluidez sensorial que a todo acapara,
esa lámpara atiborrada de magia jamás cesa

llevo el destino encriptado en los genes.



© Víctor Marcelo Clementi

23/8/17

Poema de Sonia Rabinovich





Me hablás por la mañana
me decís que estás con fuerza
que te cuente cosas
y mi boca se mueve diciendo del hacer
mientras el ser busca
sus fragmentos y calla.

Contame vos,
contame que dolor, que desvivida
que mordaza
que agujero negro
hacía que enturbiaras tu aire,
que te envolvieras en el humo para no mirar.
Contame por qué te fueron pocas
las lloviznas contra la ventana
las luces del amanecer
las luces del hijo
las encendidas maravillas de su espíritu
los soles que te doraban la piel
de verano
los seres que pudiste amar.
Por qué todo se envolvió en el humo.
Contame vos.



© Sonia Rabinovich