31/7/15

Poema de Edna Pozzi


En tus bosques no hay árboles
ni ciervos
ni calandrias al viento

Sólo un niño sentado
entre las piedras
dando hojas, frescuras
cornamentas al sol
y una sabia manera de volar
con los ojos cerrados


© Edna Pozzi

Poema de Marina Centeno



EROSIÓN


Dices –Eusebio– que el mar es infinito: es pequeño
Erosiona
cuando la luna pierde su hermetismo
encerrada en períodos de celo
Huye y vuelve
manso como los corderos
con esa esquizofrenia que acorrala
los efluvios del viento
Tú le abarcas –por eso es pequeño– en tus ojos mixtecos
que convierte en espuma tu silencio
Dices –Eusebio– que el mar es infinito: es pequeño
Erosiona
en la muerte del sol y en el nudo del beso


© Marina Centeno

Poema de Yanina Audisio




OCURRE

Ocurre más lento debajo
Más lento y apagado
Los bordes se llenan de azules
Y la respiración es un esfuerzo
Medido
Ocurre la blandura debajo
El desparramo
La confusión
La saliva
La lágrima
Espacios donde dejar
El poema
Que nació muerto.


© Yanina Audisio

Poema de Víctor Marcelo Clementi


Me cansé de cansarme

Me cansé de vestir el mismo personaje
me cansé de alardeos que sólo confirman ignorancia
me cansé de imbéciles oliendo la misma vagina
en una noche deseperada
me cansé de mí
me cansé de las esporas que desvanecen
me cansé de ridículos que ostentan ser bizarros

Me cansé del bostezo de la sombra
me cansé de los flirteos ante el espejo
me cansé de las dudas sospechosamente inocentes
y de los balbuceos erráticos en una borrachera metafísica
me cansé de los alienados que masturban ilusiones
me cansé de los devotos al cinismo
me cansé de cultos andróginos

Me cansé de abandonar la rebeldía por una vulgar aceptación
me cansé de lo aleatorio, de lo cíclico, de la providencia
estoy harto de lamer la miel de los baldíos
me cansé de vomitar esdrújulas, de extrapolar el deseo
me cansé de los místicos que comercian el alma
de la superstición, de la lujuria profana...

ya me estoy cansando de escribir este desfasaje
debería acabar tamaña perspectiva.

 

© Victor Marcelo Clementi Nasif

Poema de Nora Coria



Comunión

Semillas de sol.
Sueños de poetas.
La mano en la tierra
perfuma fronteras.

Con algas.
Con coca.
Con  pewén
Con yerba.
Con el pan y el vino.

Somos esa mano
que ofrece y espera.



© Nora Coria

29/7/15

Poema de María Lyda Canoso



la rubia artificial compra naranjas

clave de un jardín artificial que drena
hay un paisaje que me corta por el medio
y cierra la compuerta de ese chorro que me inunda
las paredes verdes son como de clorofila
y tengo mucho estrés
Billie canta un blues en el Cotton Club
la mano se me entibia por esa misma razón
yo camino por la calle y me paré a comprar naranjas
era Harlem y nunca me atendían
allí en ese momento lo descubro
soy rubia
pero no una rubia cualquiera
la rubia de New York
soy rubia intencional
y de la edad que tengo
creo que la tercera
si me pongo a contar
pero mejor no te cuento
y me voy a caminar
camino por esta calle frente al Cotton Club
la mujer negra al fin se apiada y me vende naranjas
las llevo en mi bolsita
nadie sabe dónde ponerse
ni quién ser
-¿Vos lo sabés?
-No.
no soy
no soy
no soy la rubia de Nueva York
-¡No, no lo soy!
y canto este estribillo porque hace mucho que eso ya pasó
y tengo guardados mi escritos precisamente todos en esta máquina
sólo hay que extraerlos como quien saca el petróleo de un pozo
de a baldes
-Así es la escritura y me lo aguanto
¡oh, Billie!


© María Lyda Canoso

Poema de Miguel Oyarzábal


No más

El canto se hizo agua,
la voz estacionó en la bruma,
el sol se derramó en el horizonte,
las nubes juntaron todos los pájaros,
la soledad le echó llave a los árboles y el campo.

No más,
era la llegada de la noche.
El hombre encanecido,
comenzaba a rogarle al río que fuera mar.



© Miguel Oyarzábal

Poema de María Julia Druille

   
"Quien se aleja de su casa ya ha vuelto" 
     Jorge Luis Borges 
     Para una versión del I King 

Una ráfaga fugitiva 
me asalta día a día 
ajena mis voces 
desmocha mis senos 
                       me oscura 
dicen que el dolor de madre 
se siente en los pechos
 lo veo 
el dolor crece
              como crece el río 
-ya pasará- me calman 
pero mi hijo se fue de casa 
¿Y si no vuelve? 
¿Cesará el dolor? 
¿Calmará esta angustia? 

Pienso en las crecidas 

el río crece y crece 
y vuelve siempre 
                 manso 
a su cauce.    



© María Julia Druille

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Poema de Rolando Revagliatti


Ya no cae la lluvia sobre mi cabeza 

En bolas
               sin certificados
ni mota de cordialidad
depuesto mi penacho
(que no todo es rarefacer, mascullo)
cae ceniza sobre mi cabeza

Me aggiorno en mi propia caída
¡El servis es mi amada!, rujo

La brisa vil
y una especie de estío
caen encarnando
una figura literaria.


© Rolando Revagliatti 

Poema de Teresa Vaccaro

  
NO ME PIDAN                     
  
No me pidan que cierre la puerta, 
que no haga preguntas, 
que olvide los juegos de ayer, 
que crezca, que madure. 

No me pidan que no baile, 
que no haga palabras cruzadas, 
que no invente para el té 
bizcochuelos dorados. 

Los duendes aún conversan conmigo, 
en la tarde, en la noche, 
en el descuido del instante. 

No me pidan que no haga sombras chinas, 
ni que no me disfrace 
con tacos altos y lentejuelas. 

No me pidan que no pise las hojas en otoño 
para no escuchar su crujir, 
ni que trepe los árboles de la plaza, 
menos que saboree un copo de nieve. 

No me pidan quietud 
porque me sobra.



© Teresa Vaccaro

Poema de Máximo Ballester

  
TODOS LOS CUERVOS, MI CUERVO

Mi cuervo no es el de Poe.
Ni el de Raymond Carver, que decía que su cuervo
no era el de Ted Hughes ni el de Galway, Frost,
Pasternak y Lorca; ni ninguno de los cuervos de Homero.
Mi cuervo no se posa en una verde rama
y no hay ventanas por donde lo pueda ver. Él simplemente
transita las espigas del aire.
Mi cuervo trata de las cosas del más allá, se disuelve
en sombras, y carga con mi conciencia como con un cadáver.
Mi cuervo es el portero de la muerte dulce.
Mi cuervo es un señor de arena que chorrea melancolía.



© MÁXIMO BALLESTER  

Poema de Natalia Iñiguez


¿Será este  mi cuerpo de adulta
el que encerró a otros
hasta la estría y el dolor? 

¿Será este mi cuerpo de adulta
tan distinto del de mi madre
roja, en la nariz sefaradí
y en las pecas? 

¿Será este mi cuerpo de adulta
las caderas infinitas
bamboleantes
de mi abuela
decidiendo no parir un solo hijo más? 

¿Será este nuestro cuerpo,
abuela,
sufriente y duro
de Amazona desgraciada
de piernas largas
y rodillas despistadas
hacia el calor de nuestra entrepierna? 

¿Será este el cuerpo que se quede conmigo
estos dedos clones
de las siempre edípicas manos del padre
el mismo callo creciente
en la pasión obligatoria  de aplastarlo siempre
contra el lápiz y la hoja? 

¿Serán estas mis manos
replicadas algún día?
¿Las echarán de menos aquellas otras
que sostuve
primeriza todas las veces?
¿tocarán aquellas manos
mi pelo blanco o gris
y mi mejilla finalmente? 

¿Será este mi cuerpo de adulta? 

¿Pensaste en la imposibilidad
de cuidar a nadie
nunca jamás
que nadie te cuide  cuando este cuerpo
-¿lo pensaste?-
se repliegue sobre sí mismo
y ya sea en la tierra
ese bicho bolita
que nunca nunca 

quisiste aplastar?



© Natalia Iñiguez

Poema de María Alicia Gómez de Balbuena



Querida niña Ana Frank

Tendrías sólo 86, respiraciones de vida
Si en cada una de ellas contáramos doce meses
Creíste morir un día y tu muerte fue tu vida…
Las páginas de tu diario retrataron la ignominia
Y aún ese Otto bendito que buscándote vivía
Conoció otra mujer, en las letras de su hija
Secretos que a tu diario, íntimamente decías
Anhelos que deshojabas, soñando aún en la huida…
Para aquellos que aún lo niegan, el holocausto existía
Desde mucho tiempo antes al día de tu partida
Holocausto es lo contrario de la ansiada libertad
Que aún hoy promulgan las mentes con cosechas de maldad
¡Que Dios lo tenga en su gloria al creador de tanto mal!
Que a la luz de sus locuras nazca el jardín de la paz
A los hados hoy convoco…
Para que jamás nos vuelva esa realidad bestial…
Auschwitz Me trae recuerdos …
Todo a partir de korczak, ese médico genial
Que cedió su corazón enfrentándose al final
Para correr con sus niños, la misma suerte mortal

El “viejo doctor” sabía que los diarios hablarían
Cuando tan sólo dos páginas- en el libro de la vida-
Confluyeran en la historia por libertad y elección
Eligiendo el camino de la página “amor”
Tal vez ese cielo inmenso, pleno de tantas estrellas
Pueda contarnos los cuentos del encuentro de dos grandes
Janusz Korczak y Ana Frank…


© María Alicia Gómez de Balbuena

Poema de Roberto Abad Jordán




AUTOR ELIMINADO POR EL PROPIETARIO DEL BLOG

26/7/15

Poema de Paulina Juszko

  

No entiendo la ciudad
no entiendo las calles
no entiendo a los animales
silenciosos o aullantes
no entiendo los amaneceres
y menos aún los atardeceres
no entiendo por qué esto y no lo otro
no entiendo cómo pasan las cosas
no entiendo la infancia
y menos aún la vejez
mi yo se me escapa de las manos
se hace cada vez más inaprensible.


© Paulina Juszko

Poema de Graciela Bucci


De pies a cabeza 

de pies a cabeza 
como un rayo que atravesó el cuerpo 
recorrió la médula   cada nervio   cada terminación que sugería  el grito promisorio 

¡abramos de par en par las puertas! dijimos 
hoy podemos hacerlo 
dejémonos incluir sin  resistencia 
habrá  resurrección    gloria    retorno 
y la pureza inocente del indulto        
de pies a cabeza 
así fue 
así atravesó sentidos miembros órganos 
como un filo candente  listo ya para licuar los  hielos 
no hubo sector que haya quedado intacto 
nada sin conmover 

de pies a cabeza          la noticia 
y una tímida  lágrima 
dispuesta a redimir al mundo. 


© Graciela Bucci



Poema de Silvana Merlo


Pequeño volcán

El fuego se desnuda
libre de pecado
penetra en un sueño.
                   A lo lejos
se bifurcan sombras extrañas
sombras que inundan
cuando el sol
se consume en el ocaso.



© Silvana Merlo

Poema de Cecilia Glanzmann



SONREÍR

El hombre anduvo
por esos andariveles de la nostalgia
lacerándose por los meandros del dolor

el hombre pudo treparse un día al alféizar de su alma
el horizonte se curvó para darle el universo

y entonces
aprendió a sonreír.

El hombre supo así de mojones diferentes
cercanos
con ternura

supo de maderos húmedos y olorosos
de los tiempos naciendo a la sonrisa.



© Cecilia Glanzmann

Poema de Daniel Martínez


“besale las piernas
a la poesía hasta que cante”
Jorge Boccanera

Poné tu música preferida
acordate todas las veces que fuiste feliz
                      cuando te sentiste solo

cuando te sentiste vivo
esto es importante:
          dolorosamente vivo
             o plenamente vivo

pensá en las cuatro cosas
por las que darías la vida
por la que volverías a empezar

ahora sí
ya estás listo
solo faltan las palabras justas
              y un poco de suerte
ahora sí:
“besale las piernas a la poesía
                    hasta que cante”



© Daniel Martínez

Poema de María Rosa León


PUNTO DE PARTIDA

                      "¿Cómo no amarte, corazón de viento?"
                                LEOPOLDO MARECHAL


¿Acaso será necesario 
que te explique 
que no tengo 
otra cosa que darte 
que no sea mi amor?

Mi corazón será
el punto de partida 
y el destino serás 
únicamente vos.

 ©  María Rosa León

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Haiku de Lía Miersch



Por la mañana
dos silencios y un té
Pequeña fiesta


© Lía Miersch
Imagen enviada por la autora

Poema de Ana Romano


Vestigios 

Cae
para que algo acontezca
la tarde

Acechando
el cuerpo

Los fantasmas
susurrando
chillan al oído

Agitada
ella
descubre
la tristeza 

y llora.



© Ana Romano

Poema de Aníbal Silvero


Cada uno da lo que tiene
El asesino su odio
Y el poeta sus versos
Versificar el odio y asesinar al poeta
o versificar al asesino y poetizar su odio
son monedas de cambio circunstancial
Importa más lo que sucede al final del camino


© Aníbal Silvero

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Poema de Sonia Rabinovich



Un silencio que dé vértigo
y el ruido del agua sobre el techo
en los vidrios
en el cuarto
en el cuerpo
resbalándola
hacia otro lado,
al revés.
dándola vuelta
hasta el aliento de su boca de humo.


© Sonia Rabinovich

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Poema de Anamaría Mayol


SUCEDES

A veces demoras en irte
el alba enciende los ojos
despierta el latido
entonces sucede
              tu recuerdo
todo lo que de ti
ya no me gusta
y te asesino en silencio
pero la noche crece
en tu fantasma
la boca tiene memorias
de lo devorado
y no hay hueco
cicatriz en la piel
que no posea tu rastro
no hay escondite
dónde no me encuentres


© Anamaría Mayol

25/7/15

Poema de Jorge Boccanera


El desespero

                 a Juan Gelman

Hay un universo callado en el agua arremolinada de la espera.
Afanes del plantón. Anhelo en la aridez.
La garra de escarbar habita en los apremios de una estaca.
Un vacío-recodo donde el ansia se crispa.
Toda una vida, ¿prólogo de la muerte?
Toda la muerte, ¿insistencias de vida?
La espera, es mano de obra esclava.
La falsedad
mete su pico largo en la fe del que aguarda,
mastica sus deseos, roba las mantas del dormir.
Crudos son los trabajos del mientras tanto.



© Jorge Boccanera

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Poema de Beatriz Minichillo



El vacío

En el vacío
caben todas las respuestas
porque es un horizonte abierto,
una cinta sin fin,
una pared
donde podemos soltar
un sueño ambulante.
Es totalidad y desamparo
lo posible y lo imposible,
la ambigüedad y la certeza,
la luz y la oscuridad.
Es la fuente
de todos los interrogantes,
una metáfora
que nos encuentra allí,
en un costado de la vida.


© Beatriz Minichillo

Poema de Mary Acosta


Doble niña audaz de las alas tibias 

Es la doble.
La niña audaz de las alas tibias,
la que se cuelga de la mirada parpadeante del espasmo.
Es el primer grito del amanecer en existencia,
pétalo del tiempo mudo que aletea letras
calcadas sobre el vientre volátil de un detenido pájaro dorado en llamas. 

Dicen que los pájaros proclaman el silencio de los siglos,
que borran memorias sucias impregnadas en picos blandos,
que son la fotocopia de la archivada libertad,
documento vívido de un despegue sin huella digital
y
el aviador confuso del exilio en un cielo clandestino.

Ella,
como doble niña audaz de las alas tibias
no llegó jamás a detenerse,
y hoy revolotea  aprehendida en eco junto a la edad del verbo
como voz soprano y andante del soberano viento



© Mary Acosta

Poema de Oscar Perdigón


Ella conmigo

Ella conmigo es
pura hembra
devora mi cabeza como una mantis efervescente
deja mi corazón ondulando en el arrebato
y arde junto a mí ante el conjuro del celo
Ella conmigo es
La encarnación de una ninfa voluptuosa
que celebra sortilegios que inflaman
mis sentidos
Y mientras se desviste
se estimula
se enciende
se ilumina
se esconde
se agazapa
se muestra
se ofrece
se frota
se masturba
se abre
se cierra
se transmuta
se sacraliza
se eterniza
Hierve en su propia salsa
y yo dejo que haga de mí lo que se le antoje
y me arrebata
me huele
me absorbe
me moja
me cabalga
me come
me coge
me mastica
me chupa
me bebe
me azota
me jadea
me susurra
me idolatra
Para ella todo momento es bueno
para el éxtasis
cuando amanece
cuando anochece
cuando cocina
cuando ovula
cuando menstrua
cuando caen tormentas rayos y centellas
cuando maúllan los perros a los autos
y ladran los gatos a la luna
cuando las vacas vuelan
y cuando no vuelan también
cuando inventa salidas con amigas
cuando hay feriado de recato
festividad de pascua
o de Nochebuena
y sobre todo
cuando no está su marido
Ella conmigo es sexualmente activa
siempre está dispuesta a cometer
impensables actos de lujuria
es como una obra de arte del deseo
nunca le duele la cabeza
nada la altera
ni se siente de malhumor
todo lugar es propicio
para satisfacer su apetito
en una plaza
una calabaza
a cielo abierto
a escondidas
en un ascensor
en el subte
en un tren o en colectivo
en un confesionario
o en un escenario
tendida en la alfombra
de cualquier oficina
hasta en su casa
vestida con encajes
de eternidad


© Oscar Perdigón