29/4/15

Homenaje por el fallecimiento de María Elena Tolosa



Me entero del fallecimiento de la querida María Elena Tolosa, un ser noble, bondadoso, una poeta que escribió con su sangre como lo hacen los grandes, una gran mujer. En particular la extrañaré mucho aunque ahora descanse en paz junto a su hermana que tanto extrañaba. Un abrazo a su familia, Gus.



En el balcón vacío de luz
se marchitan los geranios,
me moja la lluvia
como si fuese un hierro viejo
tirado en la tierra
No llega el sol como antes,
 no se de donde vengo
si del pantano viscoso
o del arenal que se enfurece
con el viento,
quizás estuve siempre aquí
rodeada de sombras, soledad
y coches enloquecidos
que van a ninguna parte
aguardando todavía un reflejo
de las estrellas sin tener cielo,
aquí todo es yeso cuándo miro
hacia arriba,
unas lámparas colgadas me iluminan





Me despojé de todo
hasta de mi aliento
crucé el lugar señalado
para habitar
mi espacio en el mundo,
solo lleno de ausencias
y salvajes decisiones,
de amapolas rojas
llorando la devastación
de la maleza,
de todo lo soñado,
         perdido,
amontonado en los placares,
        sin sentido
porqué se llora,
cuándo el dolor cruza la vida,
y las lágrimas
resbalan el desierto
de una mejilla temblorosa,
        soy jilguero,
        quebranto,
hoja sin destino en otoño,
queriendo ser parte del árbol
               que la vio nacer






Quedó a un costado
acariciando vientos,
rama del árbol
que quebró la tormenta.

No respira el mismo aire.
Todo es diferente,
se pregunta si es culpable
sabe que el tiempo
ya no es el que soñó


© María Elena Tolosa


María Elena Tolosa reside actualmente en Villa María. Nacida en Carrilobo, provincia de Córdoba, República Argentina, posee estudios secundarios. Sus poemas han sido publicados en diarios y revistas de la región. Obtuvo el Primer Premio en el Concurso de poesía “Amigos del Túnel” en el año 2004. Publicó tres libros de poesías: “Llanura, soledad y recuerdos”; “Pájaros de papel”; y “Todo… y lo demás”.

Poema de Marta Ortiz




Novela

Escribo,
el cuaderno apoyado en la mesa del bar
la puerta nunca está cerrada y entra
un aire de ceniza que enreda la garúa
crepitan las ruedas
un engrudo de agua y tierra
y vela la noche mis palabras y las cubre:

Sábado, madrugada y frío.
Me inquieta una fricción de cables en el ascensor
se detendrá en el sexto
como cada sábado
tiritando a la deriva
busco el ansiolítico
en el cajón donde guardo las cartitas
de mis hijos,
y un vaso de agua
sin pensar en mañana.

Oigo largo el quejido
de los autos al doblar.
Marcas de la huella
una sobre otra:
palimpsestos en el limo.


© Marta Ortiz

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Poema de Graciela Bucci



Cepos de hierro 
se acercan los grilletes 
en una orquesta desacompasada 
los que hieren las piedras a su paso 
los que horadan la piel que cubre un traje a rayas 
los que anulan sin prisa  voluntades 
ellos    cepos de hierro 
guías de espaldas abatidas 
que    en poco más 
volverán a las celdas 
grises claustros sombríos 

mañana 
continuarán con su paso artificioso 
mirarán hacia abajo con la cabeza gacha del penado 
tal vez   alguno de ellos 
evocará la culpa incrustada en el metal cortante 
tal vez      alguno de ellos 
añorará otros días  
pasados y distintos 
en  que esos mismos pies 
portaban alas.


© Graciela Bucci

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Poema de Rubén Vedovaldi

                    

ESPACIO VITAL 

Vive en el mar. 
Pone sus huevos en la orilla 
y vuelve 

Esa confianza en la sobrevida 
a flor de tierra 
Al revés del marinero 
que vive en tierra 
y se juega la vida cada vez 
que se echa al mar. 

La vida sigue 
en el fondo oceánico. 
La vida se extiende 
a flor de tierra 

La vida puede volar 
y abrir nuevas raíces 
fuera del mundo. 



© Rubén Vedovaldi
Foto enviada por el autor

Poema de María Cristina Briante

           
       no sé cómo ocurrió

    estás aquí en mí lugar,
                          no lo creo

    medio sentado
                         fumando

    yéndote cada vez
                      con ternura

   tu dulzura se escurre
   como arena entre los dedos

   te miro 
          tu corazón suena fuerte

   la piel en calma ya

   hablás de  fútbol
                   mientras te vas
   del mejor amigo muerto
                                yéndose

   y tu hermano y el mío que 
                                  no están

  con certeza que un día 
                  nos iremos del otro

  nombramos a los hijos
  mezclamos nombres de varones
  edades de varones
  nuestras vidas para amarlos

  estabas allí, no sé cómo ocurrió
                        tu mano en mi pelo
  la cercanía,  mi calor 
                      casi olvidado
  hablamos de cosas serias
  volvimos a cambiar el mundo
                              como antes
cuando sentíamos que era posible                           

© María Cristina Briante

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Texto de Sonia Quevedo


CUANDO EN EL ESPÍRITU CANSADO... (a una vida que se apaga lento, 5 de abril del 2015)

Persistente la tristeza y silenciosa la mañana fría y tímida, viaja por entre colores tenues con quietud desconcertante.
Se relaja la forma a la espera del trino ante el cristal de siempre; por el canto y la llovizna silenciosa espera; por la niebla que ascendiendo llega al límite cercano, más la mágica visión de la montaña, relajada igual espera.
Hoy, las nubes emergentes del cañón cercano con su denso blanco esperan por el brillo del azul lejano.
…Cuando, borrados paisaje y tiempo más el punto de fuga imaginado en el espacio abierto, se deforma entregando un único tono frío y quieto, atrapando tas la espera, a ese elfo tan querido inevitablemente y para siempre en vuelo. Desprendido el espíritu indefectiblemente flota libre y suelto.


© Sonia Quevedo

26/4/15

Poema de Florencia Lo Celso



  
               La cerradura 

               algo
               vela la piel
               y la transforma
               hasta encontrar
               la cerradura
               que adormece

               allí

               la oscuridad
               asombra ante
               las venas
               embriagadas

               que estallan
               y restauran
               el anhelo.



              ©  Florencia Lo Celso

Poema de Cynthia Rascovsky


Soy un abismo constante/ en el pestañear de tu boca.
Soy un torrente imparable/ en el camino a tus brazos.
Soy una niña asustada/ en el contorno de tus piernas.
Soy esa que se hamaca en el vaivén del tiempo
                         en la espalda de la noche.
Y soy la que lame la tierra/ y el verdugo del sol.



© Cynthia Rascovsky

Poema de Beatriz Arias



Las ventanas altas
en las tardes húmedas de otoño,
la pequeña habitación donde escribía,
donde se arrinconaban mis párpados
No volveré, lo sé,
a tus paredes rosadas
que secuestraban la eterna biblioteca,
ni a tus persianas desorientadas por el viento,
ni al sol excesivo de tus patios.
Y el resplandor del crepúsculo
que amordazaba el piano
y el baile verde de las plantas.
No volveré, lo sé,
a tus grandes puertas blancas.
Te acaricio de lejos,
cuando las metálicas agujas de la lluvia
recortan los cristales,
cuando tu silueta de piedra
hiere el aire
y perfora el cielo.


© Beatriz Arias

Poema de Gabriela Delgado




TALA

Hay un árbol tendido en plena calle,
el secreto de sus raíces, vencidas.
Corazón que agoniza sin certidumbre.
Una masacre de ventarrón en sus nidos.
Las ramas desmayadas.
Se escucha el último susurro de sus hojas.
Ha sido una noche de tala,
de furia que mutila.
Amanece en escombros.

Hay un hombre tendido en plena calle,
ya no tiene arraigo.
Un martirio de afonía en la garganta.
Sus manos, sucias.
El pecho fragmentado en evocaciones.
No hay llanto alguno en su penuria.
Ha sido una noche de tala,
de furia que mutila.
Amanece en escombros.

El hombre se levanta.
El árbol no.


© Gabriela Delgado

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Poema de Olga Liliana Reinoso


ALTERIDAD

Salgo de mí
a recorrer tu noche
caminar las veredas más oscuras
palpar los muros
acariciar tus árboles maltrechos
y rescatar del suelo esa flor roja.
Te dejo una esquela en el buzón
y te obsequio un poema.
Los dioses post modernos
los adoradores del individualismo
los necios, los omnipotentes
desconocen el placer genuino
de brindar la mano.
Entonces el espejo
se multiplica y canta
y uno se vuelve fronda
donde anidan los pájaros.
Es cierto:
Estamos condenados a la soledad
pero uno siempre puede inventar algo.


© Olga Liliana Reinoso

Poema de Máximo Ballester



OTRO

Me vuelvo predecible
demasiado repetido
cansado de la misma voz
los mismos pantalones
ganas de ser otro
cualquier otra cosa
llamarme policarbonato por ejemplo
octaedro
mengano de tal
pertenecer a la familia
de las liliáceas
ser una aleación de níquel
y papel maché
o provenir de un incesto

Ganas de salir en bolas en el noticiero
de arrojarme de una mosca
de un noveno piso
de unas tetas
pintarme de mimo
y bien cargado
salir a la lluvia a borronearme
fumar un cigarrillo de
plátano hecho sopa
y que una muchacha
–como salida de un espasmo–
me pida fuego
un fuego


© Máximo Ballester

Poema de María Laura Coppié

Proceso de extrusión

Es así.
El mundo no se detiene si no estás,
si hacés la ruta que te devuelve a casa.
Apenas se interrumpe el latido, apenas
y vuelve a mecerse como una canción de calesita.

Por eso te cuento mis fantasías de banquina.
Para que me arrastres a tus viajes locos,
explorando algo que siempre está más allá
de las yemas de mis dedos,

untando de sol los pétalos secos,
sacándote primero la camisa
y después la piel
ahora que sos tanto más bello
porque ya no pensás en mí
urdiendo los hilos de la coincidencia,

bordándote con el punto más extravagante,
pausada y quietamente
un tapiz en el alma que lleve mi nombre
y te mantenga al abrigo
hasta la próxima temporada.


© María Laura Coppié

Poema de Claudia Ainchil


EMPAPA…

La voz naciendo en el desierto voraz
jeroglíficos ajenos irrumpen
vahos sin ciudad
andamiajes de circo
alguien corre el telón
es grueso, adherente
la multitud aplaude, casi siempre lo hace
los romanos se filtran
sonidos exquisitos unen vestíbulos de imágenes
recorridos de mariposas
se arman las palabras a través de lo imperceptible
microbio de miradas
es voz
murmullo que empapa
y chorrea.

© Claudia Ainchil


Poema de Beatriz Minichillo


Interrogaciones

¿Dónde estabas
mientras acompasaba mi tiempo
y dibujaba figuras pretéritas?
¿Cuándo llegaste
para sembrar la semilla promisoria?
¿Dónde se fundió tu horizonte
de pájaros extraños?
Entre tanto yo crecía hacia adentro,
jugaba con jazmines,
te adivinaba .
Y te encontré de pronto
y de pronto te perdí,
casi sin palabras,
casi sin silencios.
Rosa blanca en la casa vacía.


© Beatriz Minichillo

25/4/15

Poema de Miguel Oyarzábal


Pero en el fondo

El día parece aire pintado;
pero en el fondo,
no es más que un gris reflejándose a sí mismo.
La noche,
pura agua oscurecida
interminable.
Los relojes vacilan, trastabillan,
pero les ha sido prohibido detenerse.
En la mitad de ese insomnio sin regreso
el hombre padece,
y no puede pedir permiso.


© Miguel Oyarzábal

Poema de Anamaría Mayol


ZURDA

Notaste que era zurda
mientras me desvestías con los ojos

mientras leía un poema
sosteniendo el libro con mi mano izquierda

mientras hablábamos de política
mientras pelaba una manzana

mientras lloraba
cuando paseando por la ciudad
veía las grandes villas miseria

mientras te decía que era docente
de una escuela pública

mientras me ataba el moño del zapato
mientras hablaba de la igualdad de género

y pensaste seguramente
que era un error

que todo era un error de la naturaleza
mientras me alejaba de ti
para no regresar
saltando
sobre mi pie izquierdo



© Anamaría Mayol

Poema de Alicia Corrado Mélin



Dicen que dicen. 

Hay sirenas en el amanecer enmarañado
avisos que emergen desde
una voz pequeña

susurrando
                           a esos que deambulan
                                          
entonces me aparto
                          los miro, huelo, saboreo

esta distancia a carcajadas

                         les digo manos

sujetan objetos
                        les doy pies


y huyen de la ciudad asustada


habitan moscas bailarinas

                    dentro de sus oídos

me embolso la cara
                    creen soy baldío

espío por el nylon sepulcral

                    conocen de sombras

dejo ahogar la palabra

                  dicen que dicen que dicen.


Hay violines en el amanecer enmarañado
avisos que emergen desde
un do menor entre dientes

girando
                           a contramano.


© Alicia Corrado Mélin. 

Poema de David Sorbille



A MI PADRE POETA

“Me has enseñado a respirar”
Juan Gelman


¿Quién puede decir?
¿Cómo puedo explicar lo que me pasa
cuando recibo de mi padre un mensaje poético
acaso escrito con palabras que surgen
dispuestas a conmovernos como sonidos de la vida?
No sé / tal vez en este tiempo en que las cosas
ya no vuelan sino se arrastran o se destruyen
recibir un saludo lírico es lo mismo
que un abrazo del campesino que siembra
del obrero que busca cambiar el mundo
del poeta que se descuelga de una nube
para iluminar la larga noche de nuestras carencias
no sé / pero si el aire el agua las montañas
el pan el libro la tierra / el último hombre libre
la espiga la rosa la pasión es posible
no sé / o quizás sólo puedo decir
que mi padre está conmigo
y es lo mejor que me puede pasar



© David Sorbille

Poema de Teresa Gerez


PALABRAS PROVISORIAS 

Demasiados ojos
demasiados recuerdos
Acopio de existencias
Se adhieren a mis costados
repeticiones
ruidos 

Mucho tiempo
perseguí las formas
las luces de colores
de palabras provisorias 

Hoy miro indiferente
el simulacro de ansiedades
y busco la lucidez
de a quien nada le falta



© teremimigerez

Poema de Cecilia González Gerardi


En los labios quebrados,
el comienzo de esa palabra
que la sequedad impide expirar.

En la pupila agrietada,
la imagen de un fantasma
que no se aleja.

© Cecilia González Gerardi

Poema de Jorge Moreno de los Santos

 

Fue tu procedencia
una líquida envestida de espasmos y sortilegios.

Fuiste el dolor fragante de mil inviernos:
mutilada ausencia, reliquia llameante.
Conciso asombro de ígneas catedrales,
paloma de agua de un tiempo acorralado
y tristísimas gárgolas que contemplaban el mundo.

Aprendiste la vigilia inmemorial de las manzanas,
el idioma de los meses moribundos
y de los perros abandonados en la posguerra.

Los signos azules del orégano y el mirto;
intemperies de estambres y de mantis,
el letargo alado de los siglos
y el índigo miserere de los últimos peces
que perecen en los ojos de la lluvia.

(Cuando es posible y necesario
habitar en el dolor por un tiempo indefinido.
Escribir la prehistoria de las iguanas;
un suicidio celeste en todos los ascensores
y una lógica traición en todos los armisticios).

Fue tu procedencia
la violencia irremediable
del granizo y la calumnia.

El crimen perfecto
(consumido al fin)
para amarte por encima
de toda circunstancia.


© Jorge Moreno de los Santos

Poema de Gloria Oscares






OTOÑO

Olor a tierra mojada
y en la penumbra del cuarto

susurros
palabras
conversaciones

Los pájaros cantan
en ese milímetro de árbol
que los une

Secreto de calendario
que se despliega
en nuestros oídos
como un puente

Vacilaciones de la luz
en cada ademán salvaje de ternura
Y después
la madrugada de un paso
sobre el rojo del otoño



© Gloria Oscares

Poema de Aníbal Silvero


Cada uno da lo que tiene
El asesino su odio
Y el poeta sus versos
Versificar el odio y asesinar al poeta
o versificar al asesino y poetizar su odio
son monedas de cambio circunstancial
Importa más lo que sucede al final del camino


© Aníbal Silvero

Poema de Carmen Amato



Qué hay más allá
de este momento
que se va
           revelando
y borrándose
al mismo tiempo.

Qué es eso que
en cuanto se ve
se hace invisible,

cómo se nombra
lo invisible,
cómo se palpa
si en cuanto se siente
ya es parte del cuerpo? 

¿Qué es eso
que en cuanto se oye
va
     desapareciendo,
que en cuanto toca
el oído,
se disuelve? 

¿Qué disuelve a qué?
¿Qué prevalece?
Qué es eso que
deja de serlo
siendo, 
que si lo digo es,
pero al decir
la última palabra 
ha dejado de serlo.

Cómo despegas del ojo
la mirada y de ésta
aquello que es mirado.

Cierras el ojo y al abrirlo
el mundo está mirándote,
y ya no sabes quién
mira a quien.

En dónde está la mira,
y lo mirado.
La mira y el que mira,
el que mira y lo mirado.
Mira y mirado
y en medio de ambos
no el ojo
              sino el mundo.


© Carmen Amato